Ficha de Historia nº4. 1os años del Liceo nº3.
Prof. V. Altez
Civilización Azteca
Cuatro personas guiaban al pueblo --los cuales llevaban a cuestas al recién adquirido numen--: Quauhcóatl, Apanécatl, Tezcacoácatl y Chimalma (ésta última, una mujer).
Se desplazaron hacia el sur, por el bajío, dedicados a la caza y la agricultura, y en cada lugar donde se establecían momentáneamente, hacían un altar a su dios para adorarlo. Permanecían un año o más en un lugar determinado, mientras los exploradores buscaban nuevas tierras donde asentarse.
Los aztecas fueron los últimos
en llegar al Valle de México, por Tula y Zumpango, dominado entonces por
señoríos de origen tolteca. Fueron mal recibidos y vagaron durante años sin
poder establecerse. Buscaron refugio en el señorío de Azcapotzalco, y con la
autorización de éstos se establecieron en Chapultepec. En este lugar fue
sacrificado el hijo de una mujer (tenochca) que los chichimecas habían raptado
y llevado a Mechuacan (Michoacán). Huitzilopochtli se les apareció a los
aztecas, y les dijo que enterrasen el corazón del sacrificado en un lugar que
se llamó Tenuchtitlan, porque en aquel lugar había de ser su morada, y allí
estaría él; lugar donde posteriormente fue fundado México-Tenochtitlan.
Huitzilopochtli (Borbónico
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Las fricciones comenzaron cuando los jóvenes aztecas invadieron Tenayuca para robar mujeres. Los ofendidos, aliándose a los tepanecas, culhuas y xochimilcas, llevaron a cabo una expedición punitiva en la cual tomaron como prisionero al jefe azteca, Huitzíhuitl, junto a gran parte de la tribu, los cuales tuvieron que ir a vivir a Culhuacan como siervos. El resto huyó a las orillas del Lago de Texcoco, donde se establecieron.
Sin embargo tiempo después, Cóxcox, soberano de Culhuacan entró en conflictos con Xochimilco y acudió a sus vasallos aztecas en busca de ayuda. Los tenochcas (tan sólo 10 de ellos, según nos cuenta la leyenda), se precipitaron al ataque y tomaron no menos de treinta prisioneros, a los cuales cortaron una oreja. Ante tal hazaña el prestigio bélico de los tenochcas creció tanto que éstos recibieron a la hija de Cóxcox en matrimonio para su caudillo. Sin embargo, los tenochcas desollaron a la joven en honor de una diosa de la naturaleza, Toci. Cóxcox, horrorizado, mandó exterminar a los aztecas, quienes huyeron al lago uniéndose a sus hermanos de tribu que ya se habían establecido allí. Según la leyenda, hacia el año 1325, aproximadamente, encontraron la Tierra esperada, en un islote del lago, encontraron la Tierra esperada, en un islote del lago, donde fundaron Tenochtitlan.
Las fricciones comenzaron cuando los jóvenes aztecas invadieron Tenayuca para robar mujeres. Los ofendidos, aliándose a los tepanecas, culhuas y xochimilcas, llevaron a cabo una expedición punitiva en la cual tomaron como prisionero al jefe azteca, Huitzíhuitl, junto a gran parte de la tribu, los cuales tuvieron que ir a vivir a Culhuacan como siervos. El resto huyó a las orillas del Lago de Texcoco, donde se establecieron.
Sin embargo tiempo después, Cóxcox, soberano de Culhuacan entró en conflictos con Xochimilco y acudió a sus vasallos aztecas en busca de ayuda. Los tenochcas (tan sólo 10 de ellos, según nos cuenta la leyenda), se precipitaron al ataque y tomaron no menos de treinta prisioneros, a los cuales cortaron una oreja. Ante tal hazaña el prestigio bélico de los tenochcas creció tanto que éstos recibieron a la hija de Cóxcox en matrimonio para su caudillo. Sin embargo, los tenochcas desollaron a la joven en honor de una diosa de la naturaleza, Toci. Cóxcox, horrorizado, mandó exterminar a los aztecas, quienes huyeron al lago uniéndose a sus hermanos de tribu que ya se habían establecido allí. Según la leyenda, hacia el año 1325, aproximadamente, encontraron la Tierra esperada, en un islote del lago, encontraron la Tierra esperada, en un islote del lago, donde fundaron Tenochtitlan.
Economía.
La agricultura aseguraba el
abastecimiento de alimentos para la sociedad. El sistema de clanes reconocía
que los frutos de la tierra eran para el sostenimiento de la tribu, siendo por
lo tanto sencillamente natural que la tribu poseyera y administrara la tierra
sostenía a sus miembros. Las continuas guerras y los gastos públicos exigían la
explotación de extensas parcelas.
La industria textil produjo varios
tejidos de algodón y piel de conejo. Trabajaron los metales con los que hacían
cuchillos, y hachas. También hacían cerámicas y joyería.
Los aztecas pasaron
rápidamente de una sociedad igualitaria, a una altamente estratificada. La base
de su organización estaba en el calpulli, una especie de clan que agrupaba a
gente proveniente de un antepasado común, habitaban en un mismo barrio y eran
propietarios de una tierra común. Cada uno, tenía jefes locales o calpolec, que
era un cargo hereditario. Existían diferencias de clase, pero con cierta
movilidad según mérito, principalmente en lo militar y religioso. La estructura
puede verse como una pirámide, en cuya base están los esclavos (tlatlacotin),
muchos capturados en guerra; el pueblo (macehualtin) compuesto por campesinos y
mano de obra para las construcciones monumentales; el ciudadano común, que debía
pagar tributo de acuerdo a su actividad y participar del ejército. Entremedio,
mercaderes, luego pequeños comerciantes y artesanos. Y en la cúspide, la
nobleza, que controlaba el poder político, económico, religioso y militar,
encabezada por el tlatoani, elegido por un consejo entre los parientes del
tlatoani fallecido. La nobleza estaba dividida entre militares, sacerdotes y
funcionarios civiles, cada uno con una carrera y con sus deberes y derechos.
Como la clase está ligada por sangre, se casaban con parientes cercanos, para
mantenerla. Las diferencias sociales también se manifestaban en las
instituciones, ya que existían escuelas y tribunales para cada estrato.
Religión
La religión era el fundamento del Imperio Azteca. Cuenta con un panteón
bastante amplio, encabezado por Uitzilopochtli, Dios del Sol y la Guerra;
Tlaloc, Dios de la Lluvia; entre muchos otros. Según la mitología azteca,
Quetzalcoatl, Dios del Viento, habría hecho renacer al pueblo en la última era,
a partir de huesos y de su propia sangre. Por ello, los aztecas sentían la
obligación de retribuirle con sangre, sobre todo para que el sol venciera a la
oscuridad. Los sacrificios humanos pasaron a ser el ritual más importante. Los
sacrificados provenían de distintas fuentes, había voluntarios y personas
criadas para ello, para los cuales era un honor, pero también jugadores del
Juego de Pelota, aunque la mayoría eran esclavos y prisioneros de las así
llamadas “Guerras Floridas”, realizadas expresamente para este fin. El ritual
se realizaba sobre piedras de sacrificio, donde la víctima, finamente ataviada,
era sostenida por cuatro sacerdotes, mientras un quinto le abría el pecho con
un cuchillo de piedra, para sacarle el corazón, que era arrojado al fuego o
devorado por el captor. También había decapitaciones y ahogos. Otros rituales
tienen que ver con festividades que se celebraban para cada dios, en los que
participaban grupos selectos de músicos y poetas-cantantes, danzantes y
acróbatas. La música se aprendía en escuelas especiales, utilizando variados
instrumentos como bastones de hueso, sonajas, tambores, caracoles de mar, gongs
de madera, etc. Los aztecas creían en la vida después de la muerte, así, una de
las entidades anímicas viajaba al más allá, dirigida al Mundo de los Muertos,
al Cielo del Sol, al lugar de Tláloc o al Árbol Nodriza, según la causa y
condiciones de la muerte del individuo.
La Guerra
Además de proveer de
prisioneros para el sacrificio y servir de ejercicio y mantenimiento para el
ejército, las guerras floridas eran un mecanismo para lograr el ascenso social individual. Los guerreros
destacados, aquellos que logran volver a su ciudad tras varias capturas de
enemigos vivos, ganaban el respeto y la admiración de su pueblo y compañeros.
Las capturas se realizaban tendiendo emboscadas y golpeando e hiriendo al
enemigo con las macanas, las flechas y las lanzas. Como
protección, los guerreros vestían cotas de algodón y escudos. El objetivo era
atontar al enemigo y capturarle, en ningún caso matarle, una concepción bélica
arraigada en el ejército azteca que sin duda le perjudicará a la hora de
enfrentarse a los españoles.
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