jueves, 2 de agosto de 2012


Ficha de Historia nº4. 1os años del  Liceo nº3.                                                                                                Prof. V. Altez
 
Civilización Azteca
Según la leyenda, cumplidos 130 años después del la creación del quinto Sol, los aztecas salieron de Chicomóstoc --lugar de las Siete Cuevas--, de donde partieron junto a los xochimilca, los chalca, los cuitlahuaca, los de Tacuba, Coyohuacan, Azcapotzalco y Culhuacan. Más concretamente, Aztlan --lugar de las Garzas--, localizado posiblemente en el occidente de México, fue de donde partieron, uniéndose a las tribus anteriores en Culhuacan, lugar donde recibieron por dios a Huitzilopochtli (Colibrí Hechicero), que tenía la valiosa habilidad de hablar para darles buenos consejos. Iniciaron su peregrinaje (en un año "Ce Técpatl") desde principios del siglo XII de la Era Cristiana, en busca de la Tierra prometida por su dios tutelar: una zona pantanosa en la cual estuviera un nopal sobre una roca y sobre él una águila devorando una serpiente.
 Cuatro personas guiaban al pueblo --los cuales llevaban a cuestas al recién adquirido numen--: Quauhcóatl, Apanécatl, Tezcacoácatl y Chimalma (ésta última, una mujer).
Se desplazaron hacia el sur, por el bajío, dedicados a la caza y la agricultura, y en cada lugar donde se establecían momentáneamente, hacían un altar a su dios para adorarlo. Permanecían un año o más en un lugar determinado, mientras los exploradores buscaban nuevas tierras donde asentarse.

Los aztecas fueron los últimos en llegar al Valle de México, por Tula y Zumpango, dominado entonces por señoríos de origen tolteca. Fueron mal recibidos y vagaron durante años sin poder establecerse. Buscaron refugio en el señorío de Azcapotzalco, y con la autorización de éstos se establecieron en Chapultepec. En este lugar fue sacrificado el hijo de una mujer (tenochca) que los chichimecas habían raptado y llevado a Mechuacan (Michoacán). Huitzilopochtli se les apareció a los aztecas, y les dijo que enterrasen el corazón del sacrificado en un lugar que se llamó Tenuchtitlan, porque en aquel lugar había de ser su morada, y allí estaría él; lugar donde posteriormente fue fundado México-Tenochtitlan.
Huitzilopochtli (Borbónico 34)
Las fricciones comenzaron cuando los jóvenes aztecas invadieron Tenayuca para robar mujeres. Los ofendidos, aliándose a los tepanecas, culhuas y xochimilcas, llevaron a cabo una expedición punitiva en la cual tomaron como prisionero al jefe azteca, Huitzíhuitl, junto a gran parte de la tribu, los cuales tuvieron que ir a vivir a Culhuacan como siervos. El resto huyó a las orillas del Lago de Texcoco, donde se establecieron.
Sin embargo tiempo después, Cóxcox, soberano de Culhuacan entró en conflictos con Xochimilco y acudió a sus vasallos aztecas en busca de ayuda. Los tenochcas (tan sólo 10 de ellos, según nos cuenta la leyenda), se precipitaron al ataque y tomaron no menos de treinta prisioneros, a los cuales cortaron una oreja. Ante tal hazaña el prestigio bélico de los tenochcas creció tanto que éstos recibieron a la hija de Cóxcox en matrimonio para su caudillo. Sin embargo, los tenochcas desollaron a la joven en honor de una diosa de la naturaleza, Toci. Cóxcox, horrorizado, mandó exterminar a los aztecas, quienes huyeron al lago uniéndose a sus hermanos de tribu que ya se habían establecido allí. Según la leyenda, hacia el año 1325, aproximadamente, encontraron la Tierra esperada, en un islote del lago, encontraron la Tierra esperada, en un islote del lago, donde fundaron Tenochtitlan.
Economía.
  Los aztecas eran predominantemente agricultores, de maíz, frijoles, ají, tomate, aguacates, girasol, calabazas, tabaco, sandías, melones y cacao que se consideraba la semilla de este como moneda de gran valor a la hora de comercializar. La técnica de producción se realizaba sobre “chinanpas” (islas artificiales construidas sobre las aguas del lago Texcoco, dónde todo el tiempo existía una tierra fértil y húmeda). Estas islas permitían una producción intensiva a la que se le  sumaba, la caza de ocas, perdices y patos y  la pesca.
La agricultura aseguraba el abastecimiento de alimentos para la sociedad. El sistema de clanes reconocía que los frutos de la tierra eran para el sostenimiento de la tribu, siendo por lo tanto sencillamente natural que la tribu poseyera y administrara la tierra sostenía a sus miembros. Las continuas guerras y los gastos públicos exigían la explotación de extensas parcelas.
       La industria textil produjo varios tejidos de algodón y piel de conejo. Trabajaron los metales con los que hacían cuchillos, y hachas. También hacían cerámicas y joyería.
 Organización Social
      Los aztecas pasaron rápidamente de una sociedad igualitaria, a una altamente estratificada. La base de su organización estaba en el calpulli, una especie de clan que agrupaba a gente proveniente de un antepasado común, habitaban en un mismo barrio y eran propietarios de una tierra común. Cada uno, tenía jefes locales o calpolec, que era un cargo hereditario. Existían diferencias de clase, pero con cierta movilidad según mérito, principalmente en lo militar y religioso. La estructura puede verse como una pirámide, en cuya base están los esclavos (tlatlacotin), muchos capturados en guerra; el pueblo (macehualtin) compuesto por campesinos y mano de obra para las construcciones monumentales; el ciudadano común, que debía pagar tributo de acuerdo a su actividad y participar del ejército. Entremedio, mercaderes, luego pequeños comerciantes y artesanos. Y en la cúspide, la nobleza, que controlaba el poder político, económico, religioso y militar, encabezada por el tlatoani, elegido por un consejo entre los parientes del tlatoani fallecido. La nobleza estaba dividida entre militares, sacerdotes y funcionarios civiles, cada uno con una carrera y con sus deberes y derechos. Como la clase está ligada por sangre, se casaban con parientes cercanos, para mantenerla. Las diferencias sociales también se manifestaban en las instituciones, ya que existían escuelas y tribunales para cada  estrato.
  


















 
Religión
La religión era el fundamento del Imperio Azteca. Cuenta con un panteón bastante amplio, encabezado por Uitzilopochtli, Dios del Sol y la Guerra; Tlaloc, Dios de la Lluvia; entre muchos otros. Según la mitología azteca, Quetzalcoatl, Dios del Viento, habría hecho renacer al pueblo en la última era, a partir de huesos y de su propia sangre. Por ello, los aztecas sentían la obligación de retribuirle con sangre, sobre todo para que el sol venciera a la oscuridad. Los sacrificios humanos pasaron a ser el ritual más importante. Los sacrificados provenían de distintas fuentes, había voluntarios y personas criadas para ello, para los cuales era un honor, pero también jugadores del Juego de Pelota, aunque la mayoría eran esclavos y prisioneros de las así llamadas “Guerras Floridas”, realizadas expresamente para este fin. El ritual se realizaba sobre piedras de sacrificio, donde la víctima, finamente ataviada, era sostenida por cuatro sacerdotes, mientras un quinto le abría el pecho con un cuchillo de piedra, para sacarle el corazón, que era arrojado al fuego o devorado por el captor. También había decapitaciones y ahogos. Otros rituales tienen que ver con festividades que se celebraban para cada dios, en los que participaban grupos selectos de músicos y poetas-cantantes, danzantes y acróbatas. La música se aprendía en escuelas especiales, utilizando variados instrumentos como bastones de hueso, sonajas, tambores, caracoles de mar, gongs de madera, etc. Los aztecas creían en la vida después de la muerte, así, una de las entidades anímicas viajaba al más allá, dirigida al Mundo de los Muertos, al Cielo del Sol, al lugar de Tláloc o al Árbol Nodriza, según la causa y condiciones de la muerte del individuo.
La Guerra
Uno de los aspectos más llamativos de la cultura azteca es el sacrificio de prisioneros a los dioses que se realizaba en el Templo Mayor de México. Para proveerse de los miles de prisioneros necesarios para los sacrificios realizados con motivo de grandes celebraciones, como la coronación de un nuevo tlatoani, los aztecas establecieron un sistema de intercambio con sus enemigos. Puesto que los sacrificados debían ser prisioneros capturados en combate, las tres ciudades de la Triple Alianza -México-Tenochtitlan, Texcoco y Tlacopan- acordaba celebrar guerras periódicas con sus enemigos, las ciudades de Tlaxcala, Cholula y Huexotzinco. Estas guerras, llamadas floridas, parecen tener su origen hacia 1450. Ese año, según las crónicas indígenas, suceden una larga serie de desgracias, comenzando por una intensa nevada que heló las tierras y destruyó muchas casas. Le siguió una epidemia y una larga hambruna, tan excesiva que muchos vendieron a sus hijos a trueque de maíz en las provincias de Totonapan. Para afrontar el problema se reunieron los máximos gobernantes de de Tenochtitlan, Texcoco y Tlacopan, y "viendo que no cesaba la calamidad se juntaron todos tres con la señoría de Tlaxcalan a tratar el remedio más conveniente para este efecto: los sacerdotes y sátrapas de los templos de México dijeron que los dioses estaban indignados contra el imperio y que para aplacarlos convenía sacrificar muchos hombres y que esto se había de hacer ordinariamente, para que los tuviesen siempre propicios. (...) Xicoténcatl, uno de los señores de Tlaxcalan, fue de opinión, que desde aquel tiempo en adelante se estableciese que hubiesen guerras contra la señoría de Tlaxcalan y la de Tetzcuco con sus acompañados y que se señalase un campo donde de ordinario se hiciesen estas batallas y que los que fuesen presos y cautivos en ellas se sacrificasen a sus dioses, que sería muy acepto a ellos, pues como manjar suyo sería caliente y reciente, sacándolos de este campo; además de que sería lugar donde se ejercitasen los hijos de los señores, que saldrían de allí famosos capitanes y que esto se había de entender sin exceder los límites del campo que para el efecto se señalase, ni pretender ganarse las tierras y señoríos y asimismo había de ser con calidad que cuando tuviesen algún trabajo o calamidad en la una u otra parte habían de cesar las dichas guerras y favorecerse unos a otros..." (Ixtlilxochitl)
 
Además de proveer de prisioneros para el sacrificio y servir de ejercicio y mantenimiento para el ejército, las guerras floridas eran un mecanismo para lograr el ascenso social individual. Los guerreros destacados, aquellos que logran volver a su ciudad tras varias capturas de enemigos vivos, ganaban el respeto y la admiración de su pueblo y compañeros. Las capturas se realizaban tendiendo emboscadas y golpeando e hiriendo al enemigo con las macanas, las flechas y las lanzas. Como protección, los guerreros vestían cotas de algodón y escudos. El objetivo era atontar al enemigo y capturarle, en ningún caso matarle, una concepción bélica arraigada en el ejército azteca que sin duda le perjudicará a la hora de enfrentarse a los españoles.


















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